¿Cómo podríamos desarrollar una experiencia de ejercicio agradable que fuera un reflejo de las interfaces de smartphone basadas en apps más populares y siguiera mejorando con actualizaciones de software gratuitas?
Aunque es indudable que las llamativas consolas de pantalla táctil captan la atención de los miembros, menos del 50 % del sector del fitness había incorporado la tecnología. Esto se debe, en gran medida, a que la experiencia no siempre era la que los usuarios querían. Sentían que tenían que aprender a usar una nueva interfaz cada vez que hacían ejercicio, por lo que muchos recurrían simplemente a pulsar el botón «Go» y a empezar un entrenamiento básico. En ese sentido, la experiencia no les estaba aportando mucho más de lo que les aportaría una consola de led tradicional.
A las consolas de pantalla táctil existentes les faltaba una estabilización adecuada y ser resistentes al sudor, lo que provocaba problemas de visibilidad y daños derivados de la humedad tanto en los controles exteriores como en el hardware interno. Asimismo, los técnicos de servicio consideraban que era difícil que una sola persona instalara las consolas de pantalla táctil, asegurando que se necesitaban tres o cuatro manos para poder hacer el trabajo. Por último, era difícil realizar el mantenimiento de las consolas sin retirarlas del equipo de cardio y desmontarlas, lo cual suponía un tiempo de inactividad significativo.
Nuestros clientes también notaron que las consolas de pantalla táctil existentes no ayudaban a mantener el orden por la presencia de descodificadores, muy comunes en Estados Unidos para la oferta de televisión por cable. En muchos casos, las instalaciones de fitness tendrían que ubicar sus descodificadores en el suelo, creando un poco de caos en los pasillos que hay entre los equipos y arruinando la estética de la instalación con numerosos cables.